viernes, 21 de noviembre de 2014

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Jueves 14
Pollo a la portuguesa/Manzana
Pizza/Helado
Estoy más agotada que de costumbre. Preocupada, además. La curación de Paula estuvo OK (a pesar de los hermanos presentes jorobando porque no tuve con quien dejarlos); no tan bien mi biopsia. Después de ir a buscar el resultado me encontré con Luis en el centro, que se hizo cargo de los chicos mientras yo llevaba el análisis a la dermatóloga. Gran sorpresa de su parte: queratosis solar. Me explicó que son lesiones que si no se sacan a tiempo, pueden transformarse en malignas. Me alertó sobre mi sensibilidad al sol y me sugirió que me olvidara de Febo por el resto de mi vida.
Por algo había decidido operarme. ¿Intuición de madre extrapolada a mi propio cuerpo? Un impacto saber que durante ¿un mes? había tenido algo en el cuerpo que no debía estar, que podía volverse contra mí a pesar de formar parte de mi continente.
Tomé conciencia de todo lo que tenía. Todo lo que no quería perder. Zafé pero podía repetirse. Qué sentido amargarme la vida por pavadas cuando se intensificaba mi percepción de lo desesperadamente que quería seguir viviendo. Luis, supongo que para distenderme propuso ir a comer pizza. Los chicos, fascinados.
Volvimos con los tres dormidos. Decidimos perdonarles (¿perdonarnos?) el baño. Les sacamos las zapatillas y los acostamos como estaban, o sea, roñosos. Salvo a Paula a quien, pese a sus protestas dormidas, tuve que cambiarle los pañales. Ya tengo tanta cancha que ni abrió del todo los ojitos.
Acá estoy, escribiendo y sintiéndome rara. Algo estaba pasando en mi cuerpo sin que yo me diera cuenta. Burlando mi control. ¿Sería lo único? Por un brevísimo, absurdo y eterno instante dudé de la pasada, presente o futura fidelidad de Luis. Quizá yo no fuera tan infaliblemente perspicaz como siempre supuse

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