viernes, 14 de noviembre de 2014

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Lunes 11
Churrascos de hígado con puré/Duraznos en almíbar
Pizzetas/Flan
Cuando me desperté desfiló ante mis ojos todo lo que esperaba por mí. Desde el cambio de sábanas hasta la llevada de Paula a lo de Montes, pleno centro. Sentí que no tendría fuerzas para levantarme. Recordé el parto de Paula. Después del segundo pujo declaré ¡No puedo más! Goldemberg me miró con una cara que me hizo apurarme a decir  ¡Sí puedo!, y en el tercero emergió la gorda.
Por supuesto me levanté, la vestí a María (hoy gimnasia), etc, etc. Todo complicado por la ausencia de Felisa. Como de costumbre mamá me cubrió las espaldas y salí solo con Paula para lo de Montes.
Le curó el dedito sin que la nena derramara una lágrima, entretenida con un segundo paquete de pastillas comprado para la ocasión. Sí las vertió y con abundancia, cuando no le permití llevarse el martillito de los reflejos.
Llegué a casa agotada. No obstante, sábanas y toallas desde la soga clamaban por mí.
Estoy muerta. Creo que si tengo que dedicarme mucho tiempo más a las tareas domésticas, reviento. Esperaré un par de días y si no, recurriré a una agencia, pese a que detesto meter gente extraña en casa. Me molesta tremendamente que toquen mis cosas manos desconocidas. Aunque a esta altura, dado mi estado nervioso y físico, mis reparos están a punto de desaparecer. Es más, me encantaría que un monstruo depositara sus garras sobre la pila de ropa de color esperando ser librada de su mugre. Esperándome.

Mientras hacía la cama de Federico, con sumo fastidio, me puse a pensar ridiculeces, por ejemplo, cómo me sentiría si Luis hubiera puesto como condición para que nos casáramos, que solo yo me ocupara de la casa. Por supuesto hubiera aceptado, desesperada por él como estaba. Sin embargo la situación sería completamente distinta: esa hubiera sido mi elección. Lo que me enfurece es que me hagan hacer lo que va en contra de mi voluntad, trátese de una cama o de un boleto de compra-venta. Y desde que tengo uso de razón sé que no nací para ama de casa. ¡Tantos años de facultad y aquí estoy, luchando contra las sábanas! Aunque también es cierto que gracias a que existen los chicos, existen las fundas con barquitos. Hoy Fede se va a acostar contento: le puse sus sábanas favoritas.

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