miércoles, 10 de diciembre de 2014

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Martes 19
Milanesas con ensalada de lechuga/Gelatina
Tarta de cebolla con ensalada de remolacha y huevo/Flan
Felisa está. Necesito repetirlo a cada rato para gozar al máximo de mi libertad recuperada, doblemente valorada por haberla perdido.
Desarrollo de las actividades habituales con los chicos (vestimenta, comida, baño, transporte) de muy buen ánimo. Ellos deben haberse contagiado porque se portaron bien. Paula está muy pegote con Felisa y, lo que en otro momento hubiera despertado mis más feroces celos, en este me alegra, porque libera mi conciencia de elegir, aunque sea por momentos, la soledad a la compañía de mi gurrumina.
Federico, a boca de jarro, me comentó que Santiago (los padres son evangelistas) siempre hablaba de Dios. Ahí comenzó una embarazosa conversación sobre las religiones, el origen del mundo, la muerte. Como lo vi muy preocupado con el tema, le dije que él podía creer en Dios, que yo cuando era chiquita creía. Después de meditar un rato me comunicó: Mejor ahora no creo, mami, así cuando sea grande puedo creer.  Con sus poquitos años pudo percibir que los creyentes la pasan mejor. ¿Cómo se hará para volver a creer?
Hoy hubo una fiesta en la escuela de María. Me imaginé que iba a intervenir por ciertas misteriosas conversaciones con Alejandra, pero la mocosa guardó fielmente el secreto. Habían preparado una canción y María y Ale resultaron ser las solistas. No podía creer lo que veían mis ojos. Esa era mi María, cantando sola frente a la escuela completa. Sentí que reventaba. De orgullo, de emoción. Luis, menos mal, siempre con su pañuelo salvador. Lamenté muchísimo no haberle avisado a mamá. Hubiera disfrutado tanto como nosotros.

Después del almuerzo (me jugué y preparé milanesas) subí al escritorio. Y cuando vi a Felisa colgando la ropa, recuperé la escena de ayer. Las palabras de María. ¡Me había olvidado! Notables los procesos de la mente porque recordarlas me provocaron la misma conmoción de ayer. ¿Cómo puede ser que mi hija haya sentido que no la aguantaba?, ¿cómo puede ser que ella sea la que esté atenta a mis estados de ánimo y no al revés?, ¡pobrecita mi mamá! Algo está funcionando mal. Muy mal.

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